Mayor IP de las luminarias no es sinónimo de más protección
Existe cierta confusión en torno a la seguridad y grados de protección que ofrecen las IP de las luminarias, tal y como Leandro Boyano, ingeniero I+D iluminación exterior en Artesolar, explica a continuación.
La extendida creencia de que mayor grado IP implica mejor estanqueidad no es cierta en todos los casos. Para los menos avezados, en primer lugar, cabe aclarar que la IP (international protection) son las siglas de dos dígitos que se indican en las lámparas para señalar, con el primer número, la protección contra los objetos y entrada de polvo y, con la segunda, la cobertura contra el agua.
Ambos datos determinan el grado de estanqueidad, es decir, el ‘blindaje’ o ‘escudo’ frente a elementos externos, como partículas minúsculas en suspensión o elementos líquidos.
Como se indicaba al inicio, aunque, normalmente, cuanto mayor es el número IP mayor es la protección, existe una excepción con respecto a los grados de protección contra chorros de agua IPX5-IPX6 y los grados de protección para inmersión IPX7-IPX8.
Siguiendo la mencionada regla general, se consideraría que estas últimas IP protegen mejor una luminaria que las primeras. Sin embargo, no es así, ya que se valoran mediante ensayos independientes, es decir, se miden variables distintas. No es lo mismo evaluar la inmersión que la respuesta a un chorro de agua.
Por tanto, las luminarias que superan el test de inmersión (cuyo número, por nomenclatura, es superior) no tienen por qué obtener un resultado favorable en los ensayos de chorro de agua a presión, y viceversa.
De hecho, en la última revisión de los ‘Requerimientos técnicos exigibles para luminarias con tecnología Led de alumbrado exterior’, de octubre de 2020, se especifica que aunque una luminaria obtenga un IP67 ó IP68, no le exime de justificar que también cumple con el ensayo de IP66.
Por otro lado, los grados de protección IP de las luminarias están definidos en la normativa de “Luminarias Parte 1: Requisitos generales y ensayos (UNE-EN 60598-1)”, que, a su vez, están basados en la normativa de “Grados de protección proporcionados por las envolventes (UNE-EN 60529)”. Sin embargo, las condiciones de ensayo son distintas, pues, entre otros, la primera es más restrictiva.
La diferencia principal es que la normativa de luminarias establece que los ensayos con líquidos han de realizarse después de haber utilizado la luminaria durante un tiempo determinado. Posteriormente se realiza el apagado y se aplica el chorro de agua fría. En ese momento, se produce un efecto de succión que facilita la entrada de agua en la luminaria y así se evalúa su capacidad de protección.
En definitiva, las condiciones de los ensayos de IP son más exigentes que las de grados IP de envolventes, por lo que el grado de protección que una luminaria obtenga por la normativa de envolventes no significa que vaya a obtener la misma categoría IP bajo la regulación específica de luminarias.
Mención aparte requieren las luminarias marcadas con grado de estanqueidad IPX9. Esta calificación implica que están preparadas para trabajar bajo condiciones de presión y temperatura muy elevadas (por ejemplo, para los faros de los coches), pero debe tenerse en cuenta que dicho ensayo no está recogido en la última edición de la normativa de luminarias española, sino que, de momento, sólo ha sido adoptado por la regulación internacional equivalente.
En cualquier caso, igualmente, el cumplimiento de un IPX9 no implica que automáticamente se vayan a cumplir los ensayos de IPX7-IPX8, sino que es necesario ensayar bajo las condiciones de ensayo correspondientes.
Leandro Boyano
Ingeniero I+D iluminación exterior en Artesolar
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