Un proyector y una máquina de humo crean un sorprendente espacio virtual en una exposición
Espacios totalmente oscuros y la tecnología de proyección en combinación con una máquina de humo componen la singular exposición del artista Anthony McCall, en la que el visitante se introduce en un sorprendente espacio virtual de esculturas.
“Cinco minutos de pura escultura no deja indiferente” es el título de la exposición itinerante de esculturas del artista británico Anthony McCall, que ha recorrido con enorme éxito por la singularidad de la misma Berlín, Suisse, Londres y Francia, y que ahora se expone en la galería Sean Kelly de Nueva York con la denominación “Face to face” (cara a cara), como una descripción estructural de la obra y de definir lo que sucede cuando el visitante está, littéralement, dentro de ella.
La sorprendente originalidad de esta exposición es que los visitantes pueden pasear entre las obras de este artista; un conjunto formado por siete escultura esculpidas con luz que se mueven muy lentamente en un espacio totalmente oscuro. Los visitante son conducidos a una silenciosa y oscura habitación en la que, en un primer momento, sólo se percibe el olor dulzón que desprende una máquina de humo. En el centro de la habitación, dos pantallas de proyección cuelgan del techo con el objetivo de convertir en finas cadenas de luz blanca lo que se refleja en las pantallas situadas en ángulos opuestos del espacio, como si se lanzaran pedazos rotos de lo que parecen arcos parabólicos que, lentamente, se mueven y forman nuevas configuraciones.
Como explica el propio McCall, “la lentitud de estas obras las hace diferentes: puedes pasar mucho tiempo en ellas; van cambiando y se puede ver la manera en la que se van transformando. Nunca se adelantan a la persona, sino que se mueven mucho más despacio”. Même si, estas piezas no son realmente el ‘inicio’ de este espacio casi virtual hasta que se pasa por delante del proyector, ya que es entonces cuando los visitantes entran de lleno en los espacios volumétricos que crean lentamente las delgadas líneas blancas proyectadas.
Gracias a las mantas de niebla sintética filtrándose a través de la galería oscura, la luz blanca se convierte en material; en un elemento tridimensional del espacio. Las parábolas curvas crean en torno al visitante muros altísimos o bloques entrecortados de luz que le atrapan lenta, muy lentamente, y de nuevo las piezas de luz intangibles, numériques, vuelven a transformarse en ondas transparentes de luz para crear una sutil experiencia interactiva y experimental.
Pese a las definiciones realizadas por los expertos, su autor prefiere no definirse ante su obra y asegura que “he creado estas obras para el público, para que las disfrute. El público tiene cosas interesantes que decir sobre ellas; no necesita que yo le diga cuál es su significado”.
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